viernes, 17 de febrero de 2012

Shame. Crudo sexo

Poco a poco, el blog se va llenando de seguidores, amigos y visitantes habituales. Entre ellos, tenemos muchos cinéfilos como Alfonso Muñoz-Velamazán, crítico, tertuliano y profesor de cine. Le hemos pedido que nos dé su punto de vista de la que será una de las mejores películas de este año.

Pocas veces como en “Shame” se nos ofrece un relato tan perturbador a la par que sincero acerca de una de las adicciones más habituales en la sociedad contemporánea y al mismo tiempo menos tratadas en el cine: la del sexo.
Para hablarnos de ella, su director, el británico Steve McQueen en su segundo largometraje, ha escogido como vehículo la imagen del perfecto triunfador de la actual sociedad urbana y posmoderna: un atractivo treintañero neoyorquino con un empleo agradable al que acompaña una situación económica medianamente holgada y que parece disfrutar de una saludable y envidiable libertad vital sin ataduras o restricciones de ningún tipo.
Pero tras la imagen de éxito personal del protagonista se oculta el sinsentido vivido por el protagonista de una existencia hueca y sin objetivos vitales. Su precario equilibrio se quiebra fácilmente con la reaparición del pasado, mostrándole la imposibilidad de suplir sus severas carencias emocionales psíquicas a través de los placeres sensoriales puramente físicos.

Muy sutilmente el director nos va sumergiendo poco a poco en una atmósfera de soledad, patetismo y depravación crecientes pero que han llegado a ser sin embargo elementos totalmente asumidos y normalizados por el personaje. Pero esta cinta no es únicamente un ejercicio puramente descriptivo y se apunta la posibilidad de redención tras la terrible bajada a los infiernos personal.
La soledad de los seres humanos abandonados a su suerte en los modernos entornos urbanos en la sociedad de la información del siglo XXI es mostrada aquí en toda su crudeza.

Se describen dos estrategias opuestas para afrontar la soledad y el dolor de la existencia, una (la del protagonista), la de la negación de lo emocional y otra (la de su hermana), la de la exacerbación del sentimiento. Con muy pocas pinceladas es capaz el director de construir esta peculiar relación fraternal en base a un origen común que se adivina sórdido o, cuando menos, frío.

El director aguanta bien los planos fijos de unos personajes y unos escenarios sobrios, minimalistas, con escasísimos elementos para no distraer la atención de lo primordial, los sentimientos humanos que laten con fuerza sostenidos por unas interpretaciones magistrales (excelentes Michael Fassbender, no en vano ganador del premio al mejor actor en el festival de Venecia, y Carey Mulligan) y apoyados por una música (a cargo de Harry Escott y Ian Neil) muy adecuada a la historia.
A la excelente dirección hay que sumar el brillante ejercicio de montaje, en el que no sobra ni se echa en falta ningún fotograma y cuyas escenas de sexo crudo son necesarias en una cinta que, como esta, pretende tratar honestamente una temática tan controvertida como la que nos ocupa.
Alfonso Muñoz-Velamazán

Dirección: Steve McQueen
Guión: Steve McQueen, Abi Morgan
Intérpretes: Michael Fassbender, Carey Mulligan, James Badge Dale
Duración: 99 min
Año: 2011
País: Reino unido


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